El concepto de sexualidad en occidente, tal como hoy se analiza desde el abordaje crítico del historiador Michel Foucault, es un conjunto de significados dados a ciertas prácticas y actividades, un aparato social que tiene una historia con complejas raíces en el pasado cristiano y precristiano, y que alcanzó una unidad conceptual moderna con efectos diversos.
La sexualidad ha sido construida como un saber que conforma las maneras en que pensamos y entendemos el cuerpo, y los discursos sobre el sexo se entienden como dispositivos de control sobre los individuos, no tanto basados en la prohibición o en la negación, sino en la producción e imposición de una red de definiciones sobre las posibilidades del cuerpo. Hoy la sexualidad es un conjunto de reglas y normas, en parte tradicional, en parte nuevo y ha incorporado cambios en que los sujetos se ven llevados a dar sentido y valor a su conducta, a sus deberes, a sus placeres a sus sentimientos y sensaciones.
(Foucault, Michel, Historia de la sexualidad II: El uso de los placeres, Madrid, Siglo XIX.)